miércoles, 12 de octubre de 2011

Seguid hambrientos y seguid alocados



Hace unos días ha sido el cumpleaños de mi hijo, casi coincidiendo con el fallecimiento del gran Steve Jobs y la verdad es que me ha dado mucho que pensar.

Son esas dos caras de la misma moneda: la vida y la muerte.

Pero yendo mucho más allá y sin pretender descubrir la pólvora a estas alturas de la película, lo cierto es que la huella del genio Steve Jobs perdurará durante muchísimos años a pesar de su ausencia.

Nada más tengo que echar un vistazo a mi alrededor y ver que mi hijo sin ser consciente de quién era Steve Jobs, a su corta edad está estrechamente ligado con el legado que este gran hombre nos ha dejado.

No hay más que ver que uno de sus regalos de cumpleaños favoritos ha sido una réplica de Buddy de Toy Story, puesto que es una de sus películas favoritas junto con otras de Disney Pixar y que además se vuelve loco con todos los juegos del iPad de su tío y ya no hablamos de que no concibe ninguna otra manera de manejar un móvil que no sea tocando la pantalla.

Todas estas pequeñas cosas que él asume como cotidianas son la huella profunda que todo un "enigmático, reservado y visionario" Steve Jobs, según indicó Apple en el comunicado de su fallecimiento, ha dejado para siempre en este mundo. 

Quizás su marcha fue demasiado precipitada pero la estela de ingenio, innovación y la revolución digital que inició a mediados de la década de los setenta, seguirá por mucho tiempo y será la herencia que nuestros "pequeños nativos digitales" guarden.

Por eso, desde este blog que sólo muestra mi visión personal de esas cosas cotidianas pero a la vez tan extraordinarias va nuestro pequeño homenaje a un hombre que logró simplificar la complejidad. DEP.

 

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